Saber escuchar y prevención del abuso sexual

Autor: Alejandro José Ortiz Sampablo

Los lunes son de Infancia es destino, en esta ocasión nos tocó impartir dos charlas a padres de familia de alumnos de segundo y sexto grado en la Escuela Primaria Revolución Mexicana.

Personalmente me correspondió hablar a los padres de segundo grado de cómo prevenir el abuso sexual. Al iniciar les pregunté quienes tenían hijos adolescentes, pues hoy muchos chicos se encuentran a merced del empuje para alcanzar el placer de manera inmediata, de lo que recogemos consecuencias en el ámbito social. Dos de ellas son el aumento en el consumo de drogas a temprana edad y el retorno de una vieja enfermedad de transmisión sexual, la sífilis. De ahí la urgencia de que hagan consciencia de la relación que tienen con sus hijos, pues de ello siempre se cosecha lo que se siembra.

Un arma de dos filos

En nuestra época, por lo general encontramos un tipo de madre y padre, quienes fueron hijos de padres enérgicos y en ocasiones crueles, que eventualmente se valían del poder y el derecho para llevar a los hijos a realizar actividades desagradables para ese entonces niño o joven. Ahora, en el lugar de padres, intentan evitar que el hijo viva lo que ellos, aunque eso no evita que los hijos sigan sin ser escuchados.

En esta situación, los padres quedan cegados al intentar resarcir en los hijos lo que a ellos en el pasado los hirió, esto les crea muchas veces el espejismo de que al menos no están repitiendo los mismos errores que sus padres cometieron con ellos. Sin embargo, no se percatan que el empuje por la búsqueda de placer y por no ser perturbados de lo que consideran importante, domina su vida.

Un ejemplo

Minutos antes de iniciar la charla, la profesora del grupo les preguntó respecto a una actividad y a continuación anunció que pasaría una libreta para que los padres anotaran si entregarían una planta o asistirían el domingo a las siete de la mañana para sembrarlas. Algunas madres propusieron que se hiciera un sorteo para la elección, pues supusieron que la mayoría se anotaría para llevar una planta. Tomé lo sucedido para mostrarles como aún en la vida adulta por lo regular nos domina el principio de placer.

La observación en la atención psicoanalítica y en la vida cotidiana nos arroja como resultado que, a mayor disposición al empuje de la búsqueda de placer, en el individuo se crea una fragilidad que lo lleva a vivir la coartación en forma de heridas que llamamos narcisistas. Un error que eventualmente se comete es educar a los hijos desde esas heridas, y si a ello agregamos los sentimientos de culpa, la situación se vuelve aún más compleja.

Reflexión

La mejor manera de evitar el abuso sexual infantil es que los padres rebajen la entrega al principio de placer y al resentimiento que les dejaron las heridas narcisistas para que después puedan crear la mejor estrategia para saber escuchar a sus hijos.

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Nota publicada el 20 de mayo de 2019

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