Instancia psíquica. Un concepto para pensar - Séptima parte
Autor: Alejandro José Ortiz Sampablo
Una expresión que bien puede definir aquello que realizamos dentro de lo que llamamos el dispositivo psicoanalítico, es la siguiente: sometemos a análisis fenómenos neuróticos (psíquicos). De dicho estudio extraemos la experiencia de que los pensamientos latentes (inconscientes) no siempre son débiles, ya que muchas veces alcanzan expresión en nuestra vida cotidiana, principalmente en estados afectivos y conducta.
Primer distingo de los procesos de pensamiento
De lo dicho hasta este momento, y para fines explicativos, Freud extrajo dos distingos para tales procesos de pensamiento y reservó un nombre para cada uno. Llamó “Preconscientes" a los del primer tipo, lo que alude a un sentido meramente descriptivo: son latentes a consecuencia de su debilidad y alcanzan la consciencia tan pronto se reúnen las condiciones para que cobren fuerza y así devengan conscientes. Mientras que el término “Inconsciente” solo designará a aquellos procesos de pensamiento que, a pesar de su carácter dinámico, de ser hiperintensos y de su carácter eficiente, se mantienen alejados de la consciencia. En estos procesos de pensamiento se reúnen dos factores, el dinámico y el económico.
Dos premisas fundamentales
La concepción dinámica y económica de la vida anímica es imprescindible para elucidar los fenómenos que nos acontecen en la vida cotidiana. En ambos procesos de pensamiento, los preconscientes e inconscientes se observa el carácter dinámico de lo psíquico, los primeros se trasladan de un estado a otro, algunos logran la eficacia unos más solo se quedan en calidad de representación (idea); los segundos alcanzan la eficacia, pero no así el estado de consciencia por muy intensos que sean.
El carácter dinámico de lo psíquico contempla, por decirlo de alguna manera, la moneda de cambio en cada operación dentro de dicho universo; Freud la llamó “Libido”, que en sentido estricto es el nombre con que se designa a la energía que mueve al aparato anímico. De tal manera que cuando hablamos de intensidad, —pues no se cuenta con un instrumento que pueda medirla o una unidad de medida, como es el caso de otros tipos de energía, como la térmica o eléctrica— aludimos al monto de energía libidinal que una representación psíquica requiere para su dinamismo.
Para quien esté familiarizado con las ciencias, se percatará de que, la concepción teórica del aparato anímico psicoanalítico está llena de premisas nacidas en otros campos, principalmente la física, la química y las matemáticas. Esto se debe a que el psicoanálisis recibió la herencia del primer intento de Sigmund Freud de crear una psicología nacida de la ciencia natural, en sus propias palabras: “[…] presentar procesos psíquicos como estados cuantitativamente comandados de unas partes materiales comprobables, y hacerlo de modo que esos procesos se vuelvan intuibles y exentos de contradicción”.
Continuará el próximo sábado…
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Nota publicada el sábado 26 de octubre de 2024