Una experiencia en Ranchu Gubiña

Autora: Fausta Ibáñez Rios

En el transcurso de esta semana escuché decir a varias personas que no trabajarían domingo ni porque les pagaran el doble, al escuchar tal sentencia, yo me quedé callada, porque recordé que viajo cada domingo de Ixtaltepec a Unión Hidalgo, para brindar atención a las personas afectadas por el sismo que lo requieren y solicitan.

Durante nuestra estancia en el Istmo, con la brigada ¿Quién dice psi?, hemos estado en algunas comunidades, una de ellas es Ranchú Gubiña, a la cual llegamos anoticiados por una colega oriunda de dicha comunidad, acerca de las necesidades de atención.

Llegada y búsqueda

Desde nuestra llegada nos dedicamos a la búsqueda de espacios para promover nuestras actividades, una de ellas se realizaba los sábados en La otra Radio en un programa de 2 a 3 de la tarde, otras importantes fueron las conferencias y talleres que se impartieron en el salón Dúho, una más, estaba enfocada en brindar atención clínica.

El primer domingo a nuestra llegada, la Dra. Geynar nos proporcionó su consultorio en el que brinda consulta médica y en el que trabajamos ese día. Los domingos siguientes dimos atención en el salón Dúho y por algunas peripecias que se suscitaron, me vi en la necesidad de buscar otro espacio para poder continuar atendiendo a mis pacientes.

Mujeres indígenas en defensa de la vida

Fue así como tuve la fortuna conocer a un grupo de entusiastas mujeres, quienes abrieron una cocina comunitaria Mujeres indígenas en defensa de la vida con la coordinación de la maestra Rosalba. El lugar se encuentra bajo la sombra de dos frondosos árboles sembrados en el patio, que con su follaje nos protegen de algunos rayos del sol y a lado una cocina protegida del viento con lonas, donde las mujeres llevan a cabo la tarea de cocinar, así mismo, hay dos grandes mesas y sillas para las personas que acuden al lugar. El terreno cuenta con una habitación grande y fuerte hecha de adobe, donde se resguardan los productos que utilizan para cocinar. Es pues, en esa gran habitación el lugar donde ahora doy atención a mis pacientes de la comunidad.

La buena vibra del lugar

Lo que distingue al lugar es el ambiente agradable, la calidez y amabilidad de las moradoras diurnas, debo confesar que si bien no he tratado a todas ellas, siempre me reciben cada domingo con una sonrisa y con un ofrecimiento a desayunar.

Gracias a toda esta experiencia, he conocido bellas personas, por tal motivo, quiero rescatar y reflexionar acerca de la importancia de colaborar dentro de nuestra comunidad aportando y compartiendo con los demás nuestro saber y experiencia, para superar las adversidades que se presentan a lo largo nuestra efímera existencia en la tierra.

El dinero es indispensable para satisfacer nuestras necesidades básicas en la vida, pero el placer de trabajar en lo que te gusta no te lo proporciona una moneda. Si trabajas solo por obtener unas monedas, no esperes más, mejor este nuevo año descubre tu verdadero deseo, hazte escuchar por un psicoanalista.

Llama a los teléfonos 951 244 70 06 / 951 285 39 21, un psicoanalista te responderá.

Nota publicada el 18 de noviembre de 2017

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